En los últimos siete años, las exportaciones de productos agrícolas aumentaron cinco puntos en el peso total de las exportaciones nacionales, al pasar de un 14 a un 19 por ciento.
La crisis del petróleo se sumó a un sector agropecuario que le apostó a ser más dinámico y versátil, y que le apuntó no solo a incrementar la oferta de sus productos y multiplicar sus mercados de destino, sino también a variar las opciones. El caso del aguacate hass es un ejemplo de esto.
“Colombia pasó de una visión de comercio regional, en la que nuestros principales mercados eran Estados Unidos y Venezuela, a ampliar sus fronteras dejando de pensar solo en la demanda del potencial de los 48 millones de habitantes del país, a una de más de 1.500 millones personas en el mundo”, explicó el ministro de Agricultura y Desarrollo Rural, Juan Guillermo Zuluaga Cardona.
Esto significó un incremento de 1.580 millones de dólares, ya que mientras que en 2010 las exportaciones equivalían a 5.770 millones de dólares, para el año pasado fueron de un poco más de 7.350 millones de dólares.
Para la cartera de agricultura, los tratados de libre comercio (TLC) han sido claves en este propósito. De un lado, los acuerdos comerciales permiten tener acceso preferencial arancelario, es decir beneficios en cuanto a reducción o eliminación de los gravámenes que los países establecen como una fuente de recaudo para el fisco nacional.
Esto, sumado a la posibilidad de establecer las reglas claras del juego a la hora de llevar nuestros productos agrícolas al exterior, hace de los TLC una posibilidad real para algunos productores del país. De otra parte, el haberle apostado a variar la oferta de exportaciones, más allá de productos tradicionales como el café y las flores, ha sido también decisivo en el fortalecimiento del comercio exterior del agro colombiano.